En el siglo XVIII, lo que hoy conocemos como Can Mercader era parte de una finca mayor llamada Mas Oriol de l’Empedrat.
En 1748, la familia Sadurní, residente en Barcelona y dedicada al comercio de tejidos y otros negocios, compró la masía para explotar la finca agrícola por medio de masoveros.
Maria Sadurní i Cànovas
(aprox. 1744-1781), heredera universal del rico patrimonio familiar, se casó con Felip de Mercader i Saleta (1764), que recibió el privilegio de Caballero (1774) y de Noble de Barcelona (1796). Maria hizo obras de mejora en la masía para convertir el primer piso en la segunda residencia de la familia. A su muerte, la finca pasó directamente a las manos de su hijo, Josep Ignasi de Mercader i Sadurní, y empezó a ser conocida como Can Mercader.
Durante la primera mitad del siglo XIX se produjeron cambios importantes, como la construcción de dos infraestructuras y la explotación de un curso de agua subterránea que condicionó el futuro de la finca y su transformación.
La mina de agua
Los Mercader continuarán haciendo obras en la masía para hacerla cada vez más residencial, compartiendo la finca con los colonos y/o arrendatarios para cultivar las tierras.
A principios del siglo XIX, Josep Ignasi de Mercader i Sadurní (1767-1833) consiguió el derecho para explotar un curso de agua subterránea que atravesaba la finca. Este hecho le permitió construir la mina y la balsa ovalada que aún se conservan y disponer de agua para el consumo y para el jardín, alimentando los estanques y las fuentes que rodeaban la masía.
El Canal de la Infanta
Otra de las obras primordiales para la finca fue la construcción del Real Canal de la Infanta Carlota entre 1817 y 1819, que reseguía la cota a pie del talud y acentuaba la división entre la parte alta y la parte baja de la finca con una nueva barrera. El canal garantizó el suministro de agua para usos agrícolas. Como propietarios afectados por su curso, los Mercader se convirtieron en socios y fueron vocales de la Junta Directiva
El Ferrocarril de Barcelona a Molins de Rei
En 1854 se inauguró la línea de ferrocarril de Barcelona a Molins de Rei, lo que provocó la expropiación de una franja de terreno que atravesaba la finca y la partía. En 1857, los Mercader obtuvieron un permiso para hacer un paso a nivel que les permitiera acceder a la parte alta de la finca, con la condición de que asumieran la gestión de las barreras y la vigilancia del paso.
El Palacio
Entre 1864 y 1866, Joaquim de Mercader i de Belloch (1824-1904) emprendió la transformación más importante de la vivienda y su entorno próximo al derribar la antigua masía para construir un palacio sobre el proyecto del maestro de obras Josep Domínguez i Valls, que mantenía la función de residencia de recreo.
El Edificio
El palacio tiene planta rectangular con cuatro torres de planta octogonal situadas en sus ángulos. Sus dependencias se distribuyen alrededor de un patio central cubierto con vidriera. En la planta baja estaban las caballerizas, cochera, almacén, cocina, bodega y la residencia de los colonos hasta 1900 y, después, se habilitaron nuevos espacios residenciales. El primer piso estaba destinado a la residencia familiar y a salas de representación para la vida social. El segundo piso, de altura más baja, era destinado a desván y a espacios del servicio.
El exterior respira un aire de fortificación señorial, acentuado por su acabado con almenas y por las torres octogonales. Aprovechando el desnivel del terreno, el primer piso, por la parte posterior, tiene acceso directo a los jardines y estanques privados.
Venta de parte de la finca
Por lo que respecta al conjunto de la finca, lo más trascendental fue la venta, en 1911, de toda la parte situada al sur de la carretera de L’Hospitalet. Las 40 hectáreas totales de la finca quedaron reducidas a las 17,5 hectáreas actuales. Además de suponer la pérdida de más de la mitad de la propiedad, todas las hectáreas vendidas eran tierras de regadío, lo que comportó el incremento de las pérdidas económicas.
Aquellos terrenos vendidos pasaron a formar parte de la nueva urbanización, que dará paso al nacimiento del barrio Almeda y su zona industrial.
de Bell-lloc en Cornellà
Arnau de Mercader i Zufia (1852-1932), conde de Bell-lloc, fue concejal del Ayuntamiento (1910-1913) y uno de los promotores de los primeros Juegos Florales de Cornellà (1908). Fue un hombre culto e interesado por las nuevas tecnologías, por las ciencias físicas y de la Tierra, especialmente por la astronomía y la meteorología, así como por el arte.n home culte i interessat per les noves tecnologies, per les ciències físiques i de la Terra, especialment per l’astronomia i la meteorologia, així com per l’art.
Impulsó varios proyectos, que a menudo no prosperaron por falta de capital. Uno de los proyectos más ilustrativos en que se implicó fue el de la Fundación Dietétic Park para la creación de un “Centro de Sport, Higiene y Salud” en los terrenos de la parte alta de Can Mercader.
Las inquietudes de Arnau de Mercader sobre temas científicos y en especial sobre astronomía y meteorología son evidentes en su correspondencia con el jesuita Ricard Cirera, que fundó el Observatorio del Ebro en 1904 y lo dirigió hasta el año 1920.
Un dels projectes més il·lustratius en què es va implicar va ser el de la Fundació Dietètic Park per a lacreació d’un “Centro de Sport, Higiene y Salud” en els terrenys de la part alta de Can Mercader.
Precisamente en una carta de 1920, explicita sus aficiones, los proyectos y sus intenciones sobre la futura disposición de sus bienes.
Fragmentos de la carta que Arnau de Mercader envió al Padre Cirera, el 17 de marzo de 1920, donde comenta uno de sus proyectos.
En la misma carta al Padre Cirera, Arnau expresa su deseo de que su patrimonio pase a ser de uso público, motivado por la falta de descendencia.
Arnau de Mercader se casó (1901) con Paulina Pozzali Crotti (1870-1953). Soprano de origen italianollegó a trabajar en el Gran Teatre del Liceu, fue la Reina de la Fiesta en los primeros Juegos Florales de Cornellà (1908) y publicó varios artículos y opúsculos defendiendo una visión muy conservadora del papel de la mujer.
Con la defunción del conde en 1932, su heredera fue Paulina Pozzali, quien, después de la Guerra Civil, se recluyó en su finca, entre otros motivos, por las dificultades económicas. Su persona de mayor confianza en aquel momento era el padre Albert Bonet i Marrugat (1894-1974), Albert Bonet i Marrugat (189su confesor, que residía en el palacio.
En la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo con el proceso industrial, el crecimiento demográfico y la aparición de las primeras ciudades dormitorio, grandes intereses especulativos pusieron en peligro el destino de Can Mercader como parque público.
L’any 1949, Paulina Pozzali Crotti, la darrera comtessa de Bell-lloc que va viure al palau, va enviar una carta a Ramon Gaya Massot, alcalde de Cornellà de Llobregat, per a notificar-li la intenció de donar la seva finca a “una fundació d’interès col·lectiu”.
Muerte de la condesa y Plan General Metropolitano
En 1953 se aprueba el Plan General Metropolitano de Barcelona, que calificaba la finca de Can Mercader como parque urbano.
En aquel mismo año moría la condesa, que legó todos sus bienes a la Fundación Belloch-Pozzali creada por su confesor, el padre Albert Bonet.
Oposición a la propuesta de la Fundación Belloch-Pozzali
La primera intención de la fundación fue, simplemente, recalificar la finca de zona verde a residencial. Viendo que no era posible, en 1970 se propuso construir unas 2.500 viviendas en buena parte de la finca y ceder el palacio y el resto de los terrenos para parque público. Algunos concejales, como Constancio Pérez Aguirre, se opusieron
Aun así, el alcalde, J. M. Ferrer Panadés, quiso continuar con la recalificación. Los vecinos de Almeda, mayoritariamente organizados en el Centro Social del barrio, recogieron unas 3.000 firmas y el 15 de junio de 1970 las entregaron en una manifestación ante el Ayuntamiento. Pedían, entre otras reclamaciones, que Can Mercader fuera parque público en su totalidad, tal y como estaba catalogado en el Plan General Metropolitano.
En vista de la repercusión social que podía tener aquella situación, el Consejo de Ministros del 23 de julio de 1971 determinó que Can Mercader tenía que seguir como zona verde. Consejo de Ministros del 23 de juliol de 1971 va determinar que Can Mercader havia de seguir com a zona verda.
En el año 1972, la Comisión de Urbanismo de Barcelona decidió comprar la finca por 50 millones de pesetas y en 1974 la cedía al Ayuntamiento de Cornellà, el mismo año en que se formalizó la compra.
A partir de aquel año, Can Mercader ya era patrimonio público, pero la mayor parte de la zona entre el Canal de la Infanta y la carretera de L’Hospitalet estaba ocupada por arrendatarios que tenían viveros. La totalidad de la finca no quedó libre hasta laentrada de los nuevos ayuntamientos democráticos, que anularon los contratos en 1980. Paralelamente, se inició un proceso de apertura y recuperación de la finca.
En 1986 empezó a urbanizarse el parque y el 11 de septiembre de 1989 Pasqual Maragall, como Presidente de la Mancomunidad de Municipios del Área Metropolitana de Barcelona, que había financiado las obras, asistió a su inauguración oficial.
Desde entonces, Can Mercader se ha consolidado como un espacio de referencia en Cornellà y alrededores y se ha convertido en uno de los parques metropolitanos más concurridos, con mejoras continuas e incorporaciones de nuevos servicios.
El nuevo diseño paisajístico del parque respetó e integró algunas partes de los jardines históricos, modificó algunos otros y creó nuevas áreas, como la del estanque mayor. Unos años más tarde (1996-1998), se abrieron nuevos accesos para hacer el parque más permeable a los distintos barrios de la ciudad.