Can Mercader conserva una serie de edificios fruto de su historia. Algunos forman parte del catálogo del patrimonio histórico, artístico y arquitectónico de la ciudad. El más antiguo e importante es el palacio que preside el parque desde su ubicación central.
La construcción del palacio
Joaquim de Mercader heredó las posesiones de las familias Mercader y Belloch, así como su condición nobiliaria. En el año 1864, coincidiendo con su boda en segundas nupcias, encargó el derribo de la masía y la construcción de un palacio al maestro de obras Josep Domínguez i Valls.
El palacio, ejemplo de arquitectura historicista, evoca un pasado nobiliario con elementos como las almenas, el coronamiento del edificio, las torres en los ángulos y los escudos de armas en las dos fachadas principales. A partir de 1871, cuando Joaquim de Mercader consiguió rehabilitar el título de conde de Bell-lloc, en los escudos familiares se añadió la corona condal de nueve puntas. Joaquim de Mercader fue el segundo conde de Bell-lloc
A fines del siglo XIX, la pujanza familiar empieza a declinar y, en 1900, los Mercader se vieron obligados a vender las últimas propiedades en el Eixample de Barcelona, incluido el palacio del Paseo de Gracia, donde vivían. A partir de aquel año,la famila desplazó su residencia a Cornellà. Este hecho supuso, por un lado, trasladar a Cornellà conjuntos y piezas del palacio del Paseo de Gracia y, por otra parte, hacer obras para darles cabida y acondicionar el edificio con las últimas tecnologías,como la electricidad, el agua corriente y la calefacción.
La restauración del palacio (1989-1995)
En el año 1974, el Ayuntamiento recibió un edificio que llevaba más de cuarenta años sin mantenimiento alguno. Su estado era muy penoso: filtraciones de agua, termitas y multitud de patologías que, en un edificio de sus características, suponían un gran reto técnico y económico
A partir de los años 1980 se inicia una etapa de estudios y proyectos, financiada por el Servicio de Patrimonio Arquitectónico Local de la Diputación de Barcelona. El periodo de obras se prolongó en varias fases entre 1992 y 2004. No obstante, en 1995 se completaron las obras de la planta baja, la cubierta y las fachadas y el palacio abrió las puertas al público el 23 de abril como museo municipal.
Este edificio, situado a la izquierda del palacio, fue edificado hacia 1900, en el conjunto de obras de remodelación de la finca, por el arquitecto Jaume Gustà i Bondia.Fue construido para alojar a los colonos, que hasta entonces residían en la planta baja del palacio.
A lo largo del tiempo ha cambiado de usos, pero a menudo vinculados con la educación, como Escola d’Art, Escola d’Oficis y, actualmente, como El Llindar, centro de formación de jóvenes que han quedado excluidos del sistema educativo.
El Edificio
Su planta es rectangular y la fachada principal está alineada con la del palacio. El edificio se divide en cinco cuerpos, los dos de cada extremo y el central tienen el eje del tejado perpendicular a la fachada principal. En los dos cuerpos intermedios, el eje del tejado es paralelo a la fachada principal. Estos cambios creanun ritmo formal que le es característico.
Tiene dos plantas y desván de menor altura. Las aperturas, los aleros y los ángulos del edificio están decorados con ladrillo visto. Las variaciones formales en las ventanas del desván acentúan el ritmo de la techumbre.
Por testigos orales sabemos que, originariamente, vivían dos familias y en el cuerpo central había dependencias comunes.
Fue edificada al mismo tiempo que la casa de los colonos con la finalidad de ser utilizada como límite de la finca y como observatorio.
Dado que fue utilizada durante la República como torre del Servicio Meteorológico de Catalunya y el consabido interés de Arnau de Mercader por la astronomía y la meteorología hacen pensar que, por aquel entonces, la Torre de la Miranda reunía las condiciones adecuadas y hasta, tal vez, algún instrumento de medida para la observación meteorológica.
Desde 1981, la Torre de la Miranda acoge el laboratorio de un singular personaje del imaginario infantil de Cornellà, el Mag Maginet, que cada año, al llegar las fiestas de Navidad, recibe a los pequeños de la ciudad.
El Edificio
Su planta hexagonal mide 3 metros de lado y 27 metros de altura. De nuevo estamos ante un edificio de estilo historicista que tiene elementos neomudéjares, como las ventanas, o medievalistas, como las almenas, que lo hermanan con el Palau Mercader.
La silueta de este edificio singular, situado en el límite más elevado de la finca, destacaba sobre el entorno, sobre todo vista desde el llano. Este efecto quedó anulado por el trasfondo de los bloques del barrio de Sant Ildefons, construidos en los años sesenta, que superan, en mucho, su altura.
Siguiendo la avenida que pasa ante el palacio y la casa de los colonos, en dirección oeste, hay una pequeña edificación contemporánea a la casa de los colonos. No se conoce su uso original pero, siguiendo la relación de las construcciones dentro de la finca, podría haber sido o bien la enfermería de la vaquería, o bien una casita para el vigilante. Hoy en día se utiliza como local de apoyo a algunas de las entidades que realizan actividades en el parque.
El Edificio
Es una pequeña construcción de planta rectangular, de una sola planta, con altillo. Como en el caso de la casa de los colonos, también aquí se utiliza el ladrillo visto y la disposición de los tramos de tejado a dos aguas para crear un efecto decorativo. Enriquece la decoración del conjunto un zócalo perimetral y la combinación de varios acabados y elementos, como las molduras, el rebozado y la piedra vista. El cuerpo central queda enfatizado por un coronamiento triangular truncado. A pesar de ser un edificio menor y de servicio, su construcción revela un esfuerzo por los detalles decorativos y un estilo que armoniza con la casa de los colonos.
En Can Mercader, había otras dependencias que no se han conservado.
Las porterías y la valla perimetral
De los antiguos edificios hoy desaparecidos, cabe destacar las dos porterías que había en cada una de las entradas del parque. La más importante era la situada en la entrada por la carretera de L’Hospitalet, al lado de la gran puerta de hierro, en donde sabemos que vivía la familia que se ocupaba de ella.
Justo por debajo del Canal de la Infanta se encontraba la segunda portería. Era de proporciones y decoración más modestas pero también disponía de una puerta de hierro forjado.
El muro de piedra que cerraba la finca por el lado de la carretera y seguía hasta el Canal de la Infanta fue construido en 1869. El tramo que daba a la carretera estaba coronado con almenas, igual que el palacio.
Con el paso del tiempo se fue degradando, hasta su restauración en el año 2000, cuando se sustituyeron partes del muro por una verja moderna de metal que permite ver el parque desde el exterior.
Tenemos constancia de la existencia de una pequeña torreta situada en la parte posterior del palacio, cuya utilidad se desconoce, aunque podría relacionarse con el umbráculo que había a su lado. Su estado era precario y no se conservó durante las obras de urbanización del parque.
El edificio, situado al este del palacio, se empezó a construir en 1965 para la Fundación Belloch-Pozzali con la finalidad de ser una residencia de estudiantes. A raíz de la falta de capital y de la polémica derivada de la recalificación urbana de los terrenos, las obras quedaron paralizadas e inacabadas.
No fue hasta mediados de los años ochenta que el Ayuntamiento decidió modificar y finalizar el edificio para utilizarlo como espacio de oficinas y servicios. En la parte alta, se habilitó un salón de actos. Hoy en día, en la planta baja hay un bar-restaurante y, en los pisos superiores, oficinas municipales.