Un parque debe ser un espacio verde donde predomine la naturaleza y donde los vecinos y vecinas puedan disfrutar.
En este sentido, Can Mercader es el pulmón más importante de la ciudad y un espacio en el que se puede observar y aprender sobre la diversidad de especies animales y vegetales.
La historia del parque y las nuevas actuaciones han hecho de Can Mercader un mosaico vegetal muy rico y diverso.
Como en toda finca, un elemento que ha configurado el parque es el agua. En Can Mercader, hay dos actuaciones que produjeron cambios importantes: la mina de agua y el Canal de la Infanta. Las obras de urbanización del parque de 1989 terminaron de configurar el paisaje acuático actual.
La puesta en funcionamiento del Canal de la Infanta en 1819 supuso un cambio muy importante en la economía de la finca. Todas las tierras de la parte baja pasaron a ser de regadío y, en aquellos momentos, cuando aún no se había vendido la parte de Almedasignificabaunas 31 hectáreas que podían regarse y, por tanto, obtener más y mejores cosechas y más diversificación de productos.
De la nueva urbanización del parque realizada entre 1986 y 1989, cabe destacar el nuevo y gran estanque situado al oeste del palacio. Con una superficie de 1.625 m22 de lámina de agua, se convirtió en uno de los puntos más atractivos del parque y en una zona de paso y de hábitat de aves.
Con la nueva urbanización, todas las instalaciones se conectaron a la red de agua potable de la ciudad. Esta instalación aseguró un suministro estable y posibilitó sus nuevos usos.
Otro punto importante, por lo que respecta a las nuevas instalaciones de agua, es la piscina municipal, que fue remodelada coincidiendo con las obras del parque.
En 2022, se han llevado a cabo obras de mejora del sistema de riego y suministro de agua para mejorar su eficiencia y controlar su consumo. Así, por ejemplo, se ha incorporado un circuito cerrado a la fuente ornamental de delante del palacio.
La vegetación es el elemento definidor de una zona verde. En Can Mercader hay más de un centenar de especies distintas, entre árboles y arbustos, distribuidas en tres zonas de vegetación: el jardín histórico, las zonas donde se cultivaban los viveros de plantas y la zona alta. jardí històric, les zones on es conreaven els vivers de plantes i la zona alta.
Esta zona conserva parte de la estructura de los jardines privados creados a lo largo del siglo XIX para el disfrute de los residentes e invitados, con zonas de árboles, flores y arbustos de gran diversidad que se alternaban con los distintos estanques y juegos de agua procedente de la mina. Los antiguos pabellones con cubierta de cerámica vidriada, situados tras el palacio, son de las pocas estructuras arquitectónicas conservadas que decoraban el jardín.
En este sector histórico se encuentran ejemplares de árboles centenarios, como los plátanos del paseo que va de la entrada de la finca hasta el palacio, donde circundan la plaza con su surtidor oval en medio. Los plátanos marcan las avenidas más antiguas e importantes de la finca. Las últimas obras de remodelación tenían el objetivo de la preservación de estos árboles mejorando la permeabilidad de la tierra a su alrededor.
Además de los plátanos y del grupo de palmeras washingtonias situadas al nordeste del parque, hay ejemplares solitarios que también han conseguido superar el hito de los cien años.
Se trata de las terrazas llanas de la finca, situadas entre la carretera de L’Hospitalet y el Canal de la Infanta, en donde los Mercader hacían cultivar una gran variedad de árboles frutales en la primera mitad del siglo XIX. Actualmente han perdurado numerosos árboles procedentes de los viveros de plantas que cultivaban los arrendatarios. Entre ellos, cabe destacar el conjunto de palmeras washingtonias de excepcional altura, situadas al este de la finca y que se han convertido en un distintivo del parque.
Del algarrobo de los antiguos cultivos a los ejemplares plantados en épocas más recientes en la zona de los viveros, hay toda una variedad de árboles que enriquecen la flora de Can Mercader.
Con la urbanización del parque (1986-1989), se plantaron nuevas especies de árboles que enriquecieron la diversidad vegetal con cedros, bellasombras y jacarandas, entre otros.
Entre el Canal de la Infanta y la Torre de la Miranda encontramos la zona de solana, de pendiente muy pronunciada. Esta parte nunca dispuso de agua, es la zona más seca y donde se cultivaron algarrobos y viña. La urbanización de esta zona (1996-1998), a cargo de la Mancomunidad de Municipios del Área Metropolitana de Barcelona, supuso la mejora de los accesos al parque desde los barrios de Sant Ildefons y de la Gavarra. La cobertura de una parte de la vía del tren, la apertura de un paso bajo la vía y la construcción de rampas, escaleras y zonas de paseo eliminaron las últimas barreras y dignificaron estos accesos desde la Avenida de Salvador Allende, actualmente convertida en un amplio y soleado paseo-mirador sobre buena parte del Delta del Llobregat.
Esta intervención fue acompañada por una vegetación compacta formada mayoritariamente por arbustos y árboles de clima mediterráneo seco, como la retama y los pinos, que fijan el suelo e impiden su erosión
Para asegurarse la pervivencia, año tras año los árboles diseminan cientos de semillas, cada una con los rasgos físicos y biológicos que les son característicos.
En estas imágenes se muestran algunas de las semillas que se encuentran en el parque identificadas con el nombre vulgar y científico de la especie de árbol al que corresponden. Se pueden localizar fácilmente en el parque a partir del plano del folleto del AMB o de su circuito botánico:
Se pueden localizar fácilmente en el parque a partir del plano del folleto del AMB o de su circuito botánico:
El parque es uno de los lugares de Cornellà donde aún se pasean los esquivos erizos y las escurridizas serpientes pero, si cabe destacar a un grupo de animales, es el de las aves. La presencia de un gran número de árboles antiguos y de enorme tamaño, imposibles de encontrar en otros lugares de la ciudad, permite que en sus cavidades muchos pájaros hagan su nido.
Este gran pulmón verde es también un oasis entre el cemento. Durante la migración, muchas aves lo utilizan para beber y comer algún pececillo en los distintos puntos de agua del parque.